La ética empresarial no existe —expresa el famoso escritor John Maxwell—, solo existe la ética. La realidad es que no podemos limitar la ética a alguna área de la vida. Lamentablemente es un tema casi olvidado por las instituciones y organizaciones en muchos de los países de nuestra región, en América Latina.

Me parece necesario recordar algunos principios que nos ayudarán a vivir éticamente, pues en un mundo cada vez más competitivo la ética nos permitirá establecer relaciones comerciales a largo plazo, al estar fundadas en la confianza.

1. Evita los atajos. No hay distancia menor entre dos puntos que una línea recta; no hay distancia mayor entre dos puntos que un «atajo».
2. Examina tus verdaderas intenciones. La naturaleza humana nos lleva algunas veces al autoengaño; nos justificamos y nos mentimos a nosotros mismos. Así que debemos estar dispuestos a ser fiscalizables; a rendir cuentas a otros.
3. Reconoce tus fallas éticas. Nadie es perfecto, eventualmente todos caemos, el mérito está en no permanecer derribados, sino levantarnos de las caídas y pedir disculpas a quien corresponda.
4. Atiende las señales de advertencia. Ninguna falta de integridad surge de la noche a la mañana. La verdadera falla está en pasar por alto las señales que amenacen a la integridad.
5. Nunca juegues con fuego; te quemarás.
6. Busca consejo para tomar decisiones éticas. Apóyate con personas íntegras.
7. Paga el precio. Caminar éticamente no es fácil, tiene un alto precio, pero es absolutamente redituable, pues la ética es una fortaleza que se construye con los pequeños ladrillos de la rectitud. 

Nuestra ética se manifiesta al ser íntegros, al ser de una sola pieza; al hacer lo correcto, aunque nadie lo haga, y al negarnos a hacer lo incorrecto, aunque todo mundo lo haga. 

Para las empresas y los empresarios de este siglo, la alternativa más rentable es convertirse en la clase de socio comercial con el que les gustaría hacer negocios. El camino se llama: ética.